Apareció el padre
"Alondra de mi casa,
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo."
Nanas de la cebolla, Miguel Hernández
Apareció el padre.
Por fin, apareció el padre.
Desvistió el hueco
que le correspondía.
Radiante de emoción,
con lágrimas en los ojos
y en las palabras,
vulnerable
valiente
descriptivo con su pecho.
Apareció el padre,
deshojando horas
y amores
junto a la cría,
abstraído, lunático
en carantoñas y
onomatopeyas,
abanico de gestos
y nanas de cascabel.
Apareció el padre
sin más mundo que su hijo
cuando se encuentra en frente,
su pequeña mezcla
de recuerdos y futuro,
espejo para atravesar la herida.
El padre ocupó su lugar.
Desvistió el hueco
que le correspondía.
Apareció
con manos grandes
domingos en el parque,
justo y generoso,
doblando cuidadosamente
la ropa para mañana,
o para todo aquello que viene después.
Tejiendo madejas de mimos
en torno a sus hijos.
Se levantó de la sobremesa
para jugar, y pareció ser experto
en el lenguaje de los niños.
Apareció el padre
con una fortuna de calma
frente al temporal,
con un mapa de
"la vida ahí fuera",
con una hilera de límites
necesarios y permisos firmes,
autoridad serena.
autoridad serena.
Apareció el padre.
Leal, hombre también,
hermano, hijo,
compañero.
Rabiosamente atractivo,
deliciosamente humano,
enfocado en avanzar
a pesar del miedo.
Desvistió el hueco
que le correspondía,
habitándolo nuevo.
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