Me cuesta, madre

Me cuesta, madre,
entregarte al todo
que del todo viene,
sacar de las horas
muertas un tiempo
de comprensión hacia
lo que te descompone,
te reduce a recuerdos
que evocar en lágrimas
o te destina a lugares
teóricos y balsámicos.

Me cuesta, madre,
deshacer la madeja
de adioses y culpas,
de tiempo desalineable
en reloj que gira
desde siempre hasta
siempre, vida
con principio y fin,
fiel a la física y
a las fábulas, vida
con moraleja o epitafios.

- Venga aprende,
pasa página, adelante-

pero cuesta, cuesta
madre desligar el avance
del dolor, cobrar
la pérdida en lingotes
y conflictos todos
atrapados en la viscosidad
de la desconfianza.

Me cuesta, madre,
y te honro, y sé
que mi intención
-como la tuya-
es dejarte ir en paz,
y llorarte cada hueco
que está arrancando
tu ausencia,
dicen que llegará
la calma, la aceptación,
el abrazo a la energía liberada;
y que esto eso aquello
se sitúe en el lugar
que irremediable sucede,
fiel a la verdad del todo
del que todo viene.

Pero me cuesta, madre,
entregarte,
y es que es pronto, reza
el tiempo atrapado en un reloj.
Y regreso a los recuerdos,
burlando las sentencias de la línea,
obligando a que se abracen
prólogos y moralejas,
desentendiendo leyes
con los ojos bien abiertos,
y dejándome llorar en cada
hueco que está arrancando
tu ausencia.



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