Las nubes. Despedida.


Las nubes cosquilleaban al cielo
desnublando a horcajadas
el paso del tiempo.

Así dejamos marchar todo aquello.

La imposibilidad de despuntar
un alba sin cerrar
la noche telonera.

El rumiar de la verdad
en nuestras brújulas afinadas
hacia el propio Norte,
desnudados de metas ajenas.

Desaprendidas, niñas
en un mundo de ancianas.

Tarde será siempre para olvidarlo,
ya que queda grabado
a bolero, a deseo,
a carácter, a creación.
A hermanos puestos en juego,
a armonía de amor y miedo.

Metamorfosis con público
que honra en silencio.
Posibilidad de explorar
los propios rostros.

Desnudadas también de nuestros filtros,
cabía todo en aquel útero.

Aprendimos a Ser,
y a Acompañar.

Rico océano transmutado
en tsunami de agradecimientos.

Las nubes, impredecibles,
jugaban al viento de despedida.
Unas células morían mientras otras
renovaban nuestra piel.


Hermanos...

Maestras...


El ciclo es nuestro.
Es columna la experiencia.

Despunta el alba
y tictaquea
la verdad
en nuestros dedos.

Es hora de acariciar la vida.



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