Autobús

Ya no hay parquet rayado
ni falsas luces de hogar.

El rugido se pierde
en el león que decrece,
que descumple, que torna
al nacimiento y a la nada,
a la desaparición.

La oscuridad aterciopela
el viaje, arropa la piel
y descanso, solas las ruedas
giran, conduce,

confianza

final de carretera

desierto.

Me llevan de mano
mi luz y
mi amenaza.



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