Las cuatro caras de la luna. Cara cuatro.
Los hijos que no tendremos
beben a morro la sangre
que emana de nuestro vientre.
Se retuercen sin ombligo.
Los hijos que sí tendremos
se contonean, temblorosos,
al compás de nuestras ascuas.
Temen asustarnos.
Los hijos, tuyos y míos,
que llevamos ahora dentro,
beben de nuestro pecho
y se dejan caer,
desde cada vez más alto,
a nuestros brazos,
cada vez más fuertes.
Nos gritan sus deseos,
nos arrastran de la mano
a sus caprichos. Nos retan.
En la esquina, anudados,
nos alimentamos, y
esperamos el tiempo
del fin de la pubertad.
Aunque, qué delicia la intensidad...
Cuenta atrás, creced, a lomos
del animal de cuatro piernas.
Me invito a escribir,
sobre la piel de tu sexo,
"esperanza" con mi lengua.
Estás en celo por mí.
Y toda nuestra descendencia
aúlla hacia nosotros.



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