Abro la puerta

Me voy a adentrar
en el útero glutinoso,
de ciénaga ocre,
de donde provengo.

Es una cueva bajo tierra,
repleta de sobres cerrados.
No hace daño caer.

Tumbo la guitarra.
Contengo las notas.

Algo va a morir,
y algo va a nacer.

No sé qué haré
con todo el terciopelo
con que tapicé
mi vida.

Pero la hojarasca
avisa del otoño,
y de la urgencia
del permiso
para transformarse.

La guitarra se peina
las cuerdas, ahora
que las dejó crecer.

La música sabe a sal,
amnióticamente
conservada.

Nadie llama.
Deslizo el pasador de la puerta.
Entra luz a los rincones de la cueva.

Estoy preparada
para abrir las cartas.



Comentarios

  1. Guau, que bueno! al más puro estilo timitallarín,jeje. Me ha gustado lo de "La guitarra se peina
    las cuerdas, ahora
    que las dejó crecer."

    Valiente Fátima por revisar el pasado para sanar...

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