Ser ¿sólo? madre



No me puedo permitir ser sólo madre. Cuidar a mi hijo. Dejar de producir.

Tengo que pagar Netflix, las rebajas, nuestro viaje semestral, las cenas fuera, los suplementos nutricionales, la ropa que se rompe repuesta por ropa nueva que pronto se romperá, el curso de crianza, Filmin, la minicuna, la de colecho, las clases de natación, el robot-aspiradora, la canguro. 

Y algo de comida precocinada, lo confieso. 

Y es que tengo muy poco tiempo. 

Tengo que mantener vivo mi Instagram, contestar varios audios cada día, mandar fotos del crío al grupo de amigos, leer tres artículos sobre alimentación complementaria. Visitar mis páginas favoritas, informarme a diario en varios periódicos virtuales. Continuar la serie a la que estamos enganchadísimos mi pareja y yo porque...también hay que vivir, ¡caray! Y estas cosas, al final, fortalecen nuestra relación. 

A pesar de todo, soy una gran madre. 

Absorbo información de un curso sobre sueño infantil, le compro gran cantidad de juguetes educativos, repaso cada live y cada twitter acorde a nuestro modelo de crianza, pregunto a Google por cada síntoma extraño que encuentro en mi pequeño, y leo gran cantidad de experiencias en mi tribu virtual de familias. 

Sí, soy una madre excelente. Y una gran mujer.

Voy a seguir elaborando el banco de leche materna, (acabaré odiando el sacaleches...), para que se lo ofrezca en biberones a mi hijo la canguro. Seguiré con la búsqueda de la escuela infantil más acorde a nuestra educación. Y, claro, nada de esto es gratis.

Así pues, no puedo ni quiero dejar de producir. 

Ser madre no ha frenado en absoluto mi carrera profesional. 

¡Son maravillosos estos tiempos en que se puede compatibilizar tan bien la maternidad con el propio desarrollo personal y laboral! Con tanta información y tantos recursos, y la igualdad del trabajo fuera del hogar. 

¡Felicidades, madres privilegiadas! ¡Disfruten de su maternidad!


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