Deshielo





Me deshielo poco a poco
y te dejo pasar,
el dolor es sólo un lugar
nuevo que conquistas,
necesario para el triunfo.
Decididamente tierno
y funcional.

El ego se inclina
frente a la vida nueva;
al- por fin- sueño real,
a la despedida de
treinta y tres años
de ser madre en sitios
equivocados y -por fin-
madre de mí misma
como preámbulo al
tránsito.

Tú te agarrarás
desgarrado al mundo,
despedido de la seguridad
orgánica de mi útero,
y dispuesto a ser
necesidad y amor
adaptación y fuerza
energía pura,
cuerpo y vida.

Y allí naceremos
nosotros, con dolor
y con placer,
agarrándonos al rol
en un baile de caída
de velos viejos,
probador de novedades,
mirando a escondidas
al espejo mientras
la vida sucede, y se abre
tu flor y te bañamos
en nuestras mejores aguas.

Y ahora, mientras te gestas,
tarde a tarde despedimos
la obsesión por el mosaico,
nuestras manos blindadas,
el retiro indefinido,
y otros mitos que olvidamos
de ser niños.

Se llena el pecho y
gimen las ingles,
canturreas con gestos
tu llegada decidida,
el ego se inclina
a este deshielo nuestro
que, en anhelos, te recibe.

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