El semáforo azul
Por todos sus ojos, en todas direcciones,
el semáforo propagaba la insólita señal azul,
de un azul tan azul como lo había estado
nunca el cielo de Milán.
El semáforo azul, Gianni Rodari
Es tiempo de crisálida.
en cada acto. Observar
el paseo constante de la mente,
probar a mirarla con amor.
Silenciar lo que no sea
presente, o aquí,
estricto aquí. Acallarlo
al máximo. Siempre
nos hace caer de la cuerda,
perder el frágil equilibrio.
No permitir que el ruido
negro hurgue en las paredes
de nuestro vientre, que le reste
fuerza a nuestras células blancas
a costa de miedo negro.
Por fin podemos respetar
cualquier ritmo de todos
los propios.
Ya vendrán a arreglar el
semáforo azul. Todo pasa.
Pero, mientras, dejemos
atrás ser gusanos:
Ya fue suficiente el maltrato
a la tierra. El egotismo necio,
el consumo ilimitado, el vivir
en el negocio. La ceguera frente
a la desigualdad, la ausencia de
amor. Olvidar el espíritu y el
propósito. Ya fue suficiente.
Permitamos ahora el cambio,
la transmutación silenciosa
a mariposa, con aquello que
conlleve. Purificarnos
como especie, sociedad
o persona. Soltar apegos.
Sin lucha, acoger dolor
o paz. Abandonarse a la
experiencia de transformación
de este tiempo de crisálida.

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